martes, 21 de septiembre de 2010

Disculpen gorilas (A propósito de Café Guancasco)

Adalid G. Vega

Trogloditas siempre han existido, a pesar de haber abandonado las cavernas. Se visten de uniforme. Y algunos de moteado para no diferenciarse de la selva que no debieron abandonar.

El mundo civilizado se quedó estupefacto y escandalizado cuando, a través de relatos y crónicas, se enteró que los sacerdotes católicos, encabezados por Fray Diego de Landa, durante la conquista y coloniaje de nuestra América, destruyeron Los Códices Mayas privando al mundo y a la Ciencia de invaluables conocimientos acuñados por uno de los pueblos más adelantados de nuestro continente. A lo mejor por ese antiguo ejemplo de sus ancestros de profesión, el cardenal Rodríguez bendice a quienes a golpes y balas tratan de callar al pueblo hondureño.

Fresca está la imagen de las manos deformadas a golpes por parte de los gorilas argentinos que en los años 40, así quisieron silenciar a don Atahualpa Yupanqui, para que su canto no contara al mundo las injusticias y desigualdades de su pueblo. Décadas después, descendientes de aquellos gorilas quisieron callar, sin lograrlo, a los jóvenes argentinos a través de su exterminio. Fresco también está el recuerdo del cantautor chileno, Víctor Jara, vilmente asesinado en el centro del Estadio Nacional de Chile por los gorilas de Pinochet, que quisieron silenciar su voz y su canto.

Este 15 de septiembre, día del cumpleaños de la Patria, el grupo musical “CAFÉ GUANCASCO” fue víctima de la barbarie de los gorilas hondureños en el propio centro de San Pedro Sula. Su pecado. Participar con su música, junto al pueblo sampedrano, en el Reclamo multitudinario de la Independencia y la Libertad que la oligarquía criolla celebra en la misma fecha.

En la brutal agresión a que fueron sometidos los sampedranos, los gorilas uniformados destruyeron el equipo de “Café Guancasco”. En su estúpido “razonamiento” fueron incapaces de ver, que destruyendo los instrumentos, no destruyen su música socialmente comprometida; que encadenando al pueblo, no encadenan sus ideas; que asesinando a nuestro pueblo, nunca matarán sus ideales y anhelos. La música de “Café Guancasco” seguirá endulzando los oídos del pueblo y sus jóvenes integrantes seguirán cantándole y denunciando en el marco de este incontrolable despertar del pueblo hondureño.

¿Por qué enmarcamos la agresión a “Café Guancasco” en lo que pasó hace siglos con los Códices Mayas, lo sufrido por don Atahualpa Yupanqui y la cruel muerte de Víctor Jara? No es para que los gorilas hondureños sientan que no son los únicos en el mundo. No. Lo hacemos para que se den cuenta que esas bárbaras acciones no sirven de nada. La cultura Maya está viva después de siglos y provocando el asombro de científicos e historiadores, mientras que la Historia misma sigue condenando a los criminales religiosos que quemaron sus Códices. La música de Víctor Jara y de don Atahualpa Yupanqui, con su denuncia y sus mensajes de libertad, sigue sonando y siendo escuchada e inspirando los ideales de los pueblos, mientras los gorilas que intentaron callarlos, están siendo juzgados y castigados en Chile y en Argentina. Sucederá igual aquí, no importa cuánto tarde.

Debo pedir disculpas a los gorilas que dieron lugar a la comparación, porque seguro se ofenderían de saber que se le compara con los uniformados. Claro, la comparación tiene su origen en las reacciones violentas de los salvajes primates. Sin embargo, estos primates reaccionan instintivamente así, para defender su territorio, su alimento, su prole, su derecho a aparearse y a su manada en general. En cambio los uniformados actúan gorilescamente para defender los bienes de sus amos oligarcas, porque están a su servicio y golpean, hieren y matan al mismo pueblo, al que aunque no quieran pertenecen y, hasta a sus propias familias, pues lo primero que les enseñan cuando los reclutan es, que no tienen familia. Ni siquiera madre y que si se les ordena vapulear a su progenitora, tendrán que hacerlo. Visto así, porque así es, estos uniformados están un escalón por debajo de los gorilas de las selvas.

Jóvenes amigos de “Café Guancasco”, hoy más que nunca, están ustedes en el corazón del pueblo hondureño. Tendrán que agradecerles a los gorilas por haber acelerado ese proceso.

¡ADELANTE COMPAÑEROS!

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