lunes, 4 de octubre de 2010

De la democracia liberal a la refundación de Honduras

Joaquín Baldemar Alvarado

El tema de la refundación de Honduras a través de una Asamblea Nacional Constituyente forzosamente tiene que pasar por una profunda reflexión, en la que los hondureños debemos ver en retrospectiva de dónde venimos, cuál ha sido nuestro recorrido histórico, cuáles han sido los resultados obtenidos y  hacia dónde queremos enrumbarnos.
El golpe de Estado del 28 de junio de 2009 debe ser para nosotros un nuevo punto de partida, profundizar en cuáles han sido las consecuencias del rompimiento del orden constitucional en lo económico, político, jurídico, social, cultural y en las relaciones internacionales. En esta consideración debemos de separar las cuestiones coyunturales de las estructurales por supuesto, lo que amerita revisar a profundidad las causas que propiciaron el desenlace o la tragedia del golpe de Estado.

En primer lugar tenemos que revisar lo que sucede actualmente en la sociedad hondureña, parte por parte, sector por sector o integralmente, pero hacerlo para avanzar hacia la refundación del país. Para alcanzar el gran objetivo tienen que estar de por medio los intereses del país sobre los particulares que cada uno de los sectores defiendan y hacerlo pensando en grande, viendo muy alto y mirando lejos, porque diciéndolo de una manera franca los verdaderos enemigos de Honduras son la pobreza, la ignorancia, las enfermedades, el desempleo, la corrupción, la inseguridad ciudadana, la injusticia, la impunidad y la incultura producto de un sistema antinacional, oligárquico, explotador y entreguista. Por todo lo anterior se debe de replantear el camino para que esos problemas desaparezcan y la sociedad hondureña sea más justa, más equitativa, más coherente, más prospera y respetada, donde realmente lo que importe sea el ser humano y no simplemente un símbolo monetario de éxito.

Para darle una interpretación al modelo de democracia en que hemos vivido la podemos definir como una democracia liberal, rectorada por períodos de gobiernos nacionalistas y liberales, o sea por un solo partido conservador, con una ala liberal y otra nacional, y que ambas han correspondido a los intereses de la oligarquía y de la inversión extranjera.

Para los clásicos del liberalismo, este modelo político se fundamenta en la “democracia liberal” que es una forma de gobierno que se fundamenta en una democracia representativa donde -supuestamente- la autoridad de los representantes electos está sujeta –teóricamente- al Estado de Derecho y normalmente regida por una Constitución que regula la protección de derechos y libertades individuales y colectivas, instituyendo restricciones tanto de los lideres como el accionar de la voluntad de determinada mayoría.

Las libertades y derechos que garantizan las constituciones liberales, entre las más importantes son: el derecho a un libre proceso, a la propiedad privada, la igualdad ante la ley, a la intimidad, asimismo la libertad de expresión, de pensamiento, asociación y culto. En la democracia liberal esos derechos pueden regularse bien constitucionalmente o mediante una ley. En esto juegan un papel importante organizaciones de la sociedad civil, bien para administrar o reforzar estos derechos. Con el golpe de Estado todo esto desapareció y se instauró la dictadura encabezada por Roberto Micheletti y su cohorte.

Las democracias liberales progresistas o reformistas se caracterizan por ser tolerantes y pluralistas, las ideas sociales y políticas contrapuestas al liberalismo, incluyendo las más radicales pueden coexistir y rivalizar por el poder político, siempre que se respeten las reglas de la democracia liberal.
Así pues el término liberal dentro del contexto de la democracia liberal, no significa que el gobierno de una democracia de este tipo tenga que seguir estrictamente la ideología política del liberalismo porque el concepto puro de “democracia liberal” implica abrirse liberalmente a las nuevas corrientes que nacen y se derivan del liberalismo político, como sería -por vía de ejemplo- el liberalismo social progresista, colindante con la social democracia y el socialismo democrático y revolucionario, este último modelo es el que se está ensayando en algunos países de Suramérica.

También hay otras variables dentro de la democracia liberal, hay democracias liberales de facto, de representación plural y proporcional, presidencialista y parlamentaria Dentro de las conveniencias e inconveniencias que presenta la democracia liberal, algunos teóricos liberales argumentan que la “democracia liberal” no acepta la voluntad de las mayorías (a excepción cuando es decisión de representantes). La “libertad” de la voluntad de la mayoría la restringe la constitución o leyes que la preceden. Por otro lado el poder es realmente ostentado por un grupo reducido de representantes (diputados, magistrados, fiscales, presidente, vicepresidente, jefes militares) que no son representativos a los intereses de la democracia participativa.

Resumiendo, podemos afirmar que la llamada “democracia liberal” no es más que la oligarquía disfrazada, de ahí la necesidad de una democracia real, fundamentada en la consulta directa y popular, que es ni más ni menos lo que propuso Manuel Zelaya Rosales a través de una solicitud al pueblo hondureño con la aprobación de la cuarta urna y que el pueblo decidiera a través de ella la ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE, este hecho por si mismo, constituía un ejercicio de democracia real o directa. Hoy día Porfirio Lobo Sosa, golpista de cepa, está de acuerdo en hablar de la Constituyente, pregunta obligada: ¿era necesario dar un golpe de Estado, era necesario romper el orden constitucional, era necesaria la quiebra del país, era necesario llenarnos de vergüenza ante los países hermanos, eran necesarios los mártires? Por eso dicen por ahí que es mejor aprender de los desaciertos ajenos que de nuestros propios aciertos.

Parte II

Si hacemos un somero recuento histórico de los acontecimientos que han contribuido a nuestra deteriorada situación podemos decir que Honduras es uno de los países que ha sufrido más golpes de Estado, violaciones a la Constitución incontables, tanto en periodos de gobiernos nacionalistas, liberales y militares. Un gobierno militar precisamente nos puso en la picota pública internacional con un soborno bananero de 2.5 millones de dólares que costó la cabeza de Oswaldo López Arellano y de Abraham Bennaton Ramos su Ministro de Economía, “ejecutor técnico” de la operación.

En nuestra vergonzosa trayectoria ha habido otros tantos escándalos, que se han dado de gobierno en gobierno, ahí están la quiebra de Cobana, Conadi (Miguel Facussé de por medio) los pasaportazos de Rosuco, (con la Virgen de cómplice) los lechazos, lapizazos, electrocutazos (en la ENEE es vieja historia) gasolinazos, el petrolazo (con Callejas como actor principal) la quiebra de bancos y aseguradoras (Carlos Flores protegió los bancos con dinero del pueblo, cómplice nato) el estadiazo, con los Juegos centroamericanos en San Pedro Sula (con Chombo Sandoval en primera línea de corrupción) y dejando atrás otra gama de actos de corrupción, rematamos con el negocio del siglo XXI que han ejecutado desde el Congreso Nacional con las contratas o concesiones de los ríos extendidas a personajes reconocidos como Freddy Nasser, Michael Hawit, Miguel Facussé y otras ramificaciones que han prestado su nombre para manejar dichos negocios.

Pregúntese amable lector si algún personaje de los que se han involucrado en semejantes actos ha pagado los delitos cometidos, ninguno de ellos ¿y la Constitución dónde está? ¿Y las leyes? ¿Y la Corte Suprema? ¿Y los juzgados? Muy bien gracias.

Ubicándonos en el momento actual y enfatizando en que el problema de Honduras es estructural, nadie puede negar que el deterioro y posible colapso de su economía se aceleró con el golpe de Estado. Antes del golpe ya estábamos sufriendo los efectos de la crisis económica de EE.UU. y mundial, luego se da el golpe de Estado, con el asalto a las arcas nacionales en  miles de  millones de lempiras por parte de los golpistas, sin crédito internacional, etc... Hoy día tenemos una realidad caótica, confusa, pesimista, con una crisis profunda; que la educación está en franco estancamiento, que la justicia y la ley están corrompidas, que la pobreza se está convirtiendo en miseria, todo lo anterior son indicadores elocuentes de que la actual Constitución política perdió vigencia y que no ha servido para resolver problemas sino para agrandarlos, se anquilosó con los viejos códigos y normas, es algo así como que quedó atrapada en el tiempo pasado para ventaja y conveniencia de los que históricamente se han beneficiado del poder. Hay personas que dicen que con la Constitución no se va al mercado, si seguimos con la actual, no se podrá ir al mercado ni a ninguna otra parte.

En si el problema de refundar la República no es una controversia entre la realidad y una oferta política electorera, sino una propuesta de contenido existencial y de implicaciones lógicas, por tanto no es una ficción sino una aspiración concreta, concebida, constatada y avalada por 1.300,000 hondureños
Es necesario también decir que necesitamos una Constitución que indique un rumbo con énfasis en la educación, el derecho a la educación -han dicho especialistas- es comparable al derecho a respirar. Carlos Fuentes –escritor mexicano-ha expresado que la razón primera de la pobreza y la desigualdad es la ausencia de educación, que la educación es el camino más seguro hacia el progreso, que la educación es la base del saber, el saber la base de la información y la información la base del desarrollo y también gracias a la educación podemos distinguir en los ámbitos públicos y privado el oro de la verdad del cobre de la mentira. No se puede engañar a una persona educada y por ello la educación se identifica con la libertad, la democracia y el progreso y también con la capacidad crítica de reconocer los valores, los nuestros y los de los demás.

Si hablamos de muchos de los líderes de Honduras nos daremos cuenta que muchos de ellos han sido hombres sin educación, algunos que -sin desear ofender las bestias porque son útiles al hombre- caen en esa categoría, no sabemos en cuánto tiempo podrán ser frenadas en sus impulsos primitivos. Es cierto que hay una crisis profunda, financiera, económica y política, pero detrás de esa crisis palpita una crisis mayor y de más trascendencia: la de liderazgo. Los políticos frente a un pueblo cansado de tanta ineficiencia política, de corrupción, atracado a diario por cobradores de impuestos, por cobradores de servicios públicos, soportando problemas que jamás resuelven, tienen ya menos credibilidad que los agiotistas prestamistas.

¿Cómo pretende la clase política de Honduras que les respetemos y atendamos sus órdenes o directrices cuando muchos de ellos además de destilar arrogancia y ser militantes activos de la corrupción, demuestran cada día más torpeza e incapacidad? Desprestigiados y sin moral alguna para ser líderes sólo les es posible sostenerse en su lamentable y precario sistema político porque tienen las bayonetas y los fusiles de su lado. ¿Se le puede llamar a esto democracia?. Estos políticos actuales, totalmente divorciados del pueblo, arrogantes, despilfarradores de lo ajeno, deficientes e inútiles, son el problema, no la solución y la dialéctica nos dice que es imposible que del mismo problema pueda surgir la solución.

La rebelión de los hombres de bien, de los injustamente proscritos y de los seres libres puede todavía triunfar y alumbrar un mundo mejor, a pesar de que los enormes recursos de los depredadores los hacen parecer invencibles. Pero es necesario primero crear ciudadanos en masa, legiones de seres libres, educarlos y conducirlos a estar dispuestos a asumir responsabilidades, a crear y recuperar costumbres y valores democráticos olvidados, a debatir, discernir y plantarse cara a cara como lo ha hecho el pueblo en Resistencia frente a sus enemigos, a enfrentar a los dominadores ilegítimos y sustituirlos por estructuras de poder populares diseñadas para que florezca la ciudadanía basada en la autogestión y el auto gobierno.

Si no partimos de este punto va a ser difícil ponernos de acuerdo para corregir lo que haya que cambiar, tenemos que dimensionar un gran consenso social y político sobre el futuro que queremos para nuestro país, cobijados en el manto de una nueva Constitución, ésta deberá integrar la diversidad de pensamientos. La definición de ese futuro deseado debe tener un claro anclaje en nuestra realidad social y no en modelos teóricos inaplicables. La reformulación constitucional debe incluir, además de otorgar prioridad a la educación, a la cultura, la ciencia y la tecnología, es garantizar que los esquemas de seguridad social tengan cobertura universal.

Fuente: tiempo.hn - Vos el soberano

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