sábado, 13 de noviembre de 2010

Hambre de justicia

La comida se está volviendo cada día más escasa y más cara. Ocurre en todo el mundo, pero en todo el mundo de los pobres y explotados. Hay dueños de pulperías que han decidido no vender frijoles porque ya ni saben qué decirle a la pobre gente cuando llegan a comprar y encontrarse con precios tan altos.

¿Por qué escasea la comida y por qué aumenta el precio de los alimentos? No es porque falten ni por inundaciones o sequías. Es porque a los ricos se les antoja, porque piensan en sus ganancias.  Es cierto que influye el aumento de la demanda de comida en China y la India, en donde vive la cuarta parte de la humanidad.  Influye también el hecho de que extensas áreas dedicadas a maíz y a otros granos básicos se estén orientando a producir biocombustibles. Influye, además, el alza de los precios del petróleo, ya que gran cantidad de los alimentos que circulan de norte a sur y de oeste a este del mundo globalizado, lo hacen a punta de combustibles derivados del petróleo. Y otro factor que influye es el cambio climático que produce tremendas sequías en importantes áreas productivas del planeta.

Todavía hay un factor politico que influye de manera directa. Se trata del abandono del campo y el control de las tierras más fértiles por las empresas agroindustriales.  ¿Qué hace la gente del campo? Tiene que abandonar su lugar de origen y huye de su parcela para amontonarse en los centros urbanos que crecen desordenadamente.  Y nuestros jóvenes agarran camino hacia el Norte en donde se ven sometidos a trabajos indignos y a la pérdida irremediable de sus raíces y de sus luchas.

El cambio climático y el alza de los precios del petróleo encarecen, días tras día, todo lo que comemos, sin embargo la razón fundamental de las carestías y de los altos precios es por la voluntad de los grandes empresarios de orientar la producción conforme a los intereses agroexportadores, sin importar las necesidades de alimentación de la gente. Dicen que en el planeta vivimos los “años de vacas flacas”, y que el hambre está abatiendo a millones de personas en todo el mundo. Pero Honduras vive en tiempos de vacas flacas hace muchísimos años. Mucho antes de que se anunciara el alza al precio de los alimentos en el mundo, unas treinta personas de cada cien ya sufrían un fuerte grado de desnutrición, y no tanto por la escasez de alimentos, sino porque la gente no tiene capacidad para comprar la comida.

El hambre ha sido una realidad permanente en Honduras. Hasta ahora, hemos esperado pacientemente a que desde arriba, los diputados, los grandes empresarios, los créditos de los países ricos nos vengan a dar respuestas a todas nuestras calamidades. Y lo que nos han dado es mayor miseria y menos soberanía, Y hoy nos amenazan con mayor hambruna, solo porque los ricos han decidido acaparar los alimentos o destinar las siembra de maíz para biocombustibles para producir energías que les aumenta sus ganancias.

Seguir esperando que desde arriba y desde los grandes empresarios nos vendrán las respuestas, es seguir hundidos en el fracaso. El hambre sólo se enfrenta a partir de la lucha de la propia gente hambrienta, y desde su propia hambre de justicia y de dignidad.

Fuente: Radio Progreso

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